Cherchez l’homme

El otro día le pregunté al médico que pongo en mi cabecera cada vez que me siento realmente enfermo, las causas por las que los hombres duramos menos que las mujeres.  Sin despegar la vista del impreso con la analítica que ordenaba para mí, me dijo: “los hombres tendemos a percibirnos más sanos de lo que realmente estamos, y sólo pedimos cita con el médico cuando ya es demasiado tarde.  Debe ser algo consustancial con el macho, ya que las mujeres tienden a percibirse con peor salud de lo que realmente están, y acuden a nosotros regularmente” luego me remitió a menshealth.org, que confirma su sentencia.

En los últimos años el fin de la supremacía del hombre y la elevación de la mujer al liderazgo del mundo es objeto de atención mediática.  Un libro, “The Future of Men”, que apareció hace unos meses sostiene que, desde la cuna a la tumba, los varones demostramos nuestra inferioridad biológica, exacerbada por las propias conductas masculinas y un progreso médico-científico asimétrico en sus logros.

No es sólo que no hablemos tanto con el médico como las mujeres, sino que estamos compuestos de un material genético que parece inferior: los varones no superan el parto en cantidades mayores que las hembras.  Presentan mayor incidencia de discapacidades psíquicas y motrices. Los hombres son también más vulnerables a problemas de software menores, como la ceguera a ciertos colores, o el blanqueo prematuro de los recuerdos en la memoria corto.  La lista de taras es interminable, pero también adquirimos conductas y exhibimos comportamientos más peligrosos que ellas.  Es más fácil que un varón acabe en la cárcel.  Las unidades de cuidados críticos de los hospitales se llenan de hombres accidentados al volante con secuelas graves, irreversibles o con resultado de muerte.

La biología y la conducta no son lo más importante.  Las capacidades que históricamente han estado asociadas a las actividades tradicionalmente desempeñadas por mujeres son las que hoy parecen ser más buscadas por los empleadores, tanto en ellas como en los hombres.  De hecho, estas habilidades han sido despreciadas por los hombres (y lo siguen siendo).  Cuidarse y cuidar de otros es un ejemplo evidente.  El sector del cuidado de las personas (se trate de cuidados de bajo valor añadido, como la vigilancia y atención a personas u hogares, o alto, como los sectores del ocio, la sanidad o la educación) es de los pocos que son claramente no deslocalizables, y por tanto, se puede desarrollar una carrera exitosa y estable, mucho más, al menos que en otros sectores.  Si es cierto que se puede deslocalizar importando mano de obra.  Pero para estos sectores, se suele importar sobre todo mujeres. En los países industrializados, por la razón que sea, la cuota de mujeres en las aulas excede por cada vez más la de los hombres.  Lo que empezó en la consecuencia de un coste de oportunidad se está convirtiendo en el augurio de una cosecha con más mujeres con educación superior que hombres.

Pero es desde la perspectiva de agente de cambio donde el rol de los hombres se ve reducido a una broma.  Detrás de cada revolución tecnológica importante en los últimos 50 años encontramos a las mujeres y sus necesidades cambiantes.  Antes, estaban muy escoradas hacia los sectores “tradicionales”.  Los electrodomésticos, los congelados o los productos bajos en calorías por ejemplo, son exponentes de esta capacidad de convertirse en el centro del ingenio y la creatividad de las empresas y los individuos que tienen las mujeres.

Hoy, cualquiera que sea la actividad económica bajo escrutinio, el agente más decisivo es la mujer.  “Cherchez la femme”.  En la industria del automóvil, cuanto más grande es el coche más fácil es que el espejo de cortesía esté sobre el volante.

Para atraerlas a sus gasolineras, empresas ¡en España! hacen su objetivo estratégico el mantener los aseos impolutos; iluminan deslumbrantemente la zona de repostar y mantienen permanentemente abastecido el stock de guantes desechables y celulosas para limpiarse las manos tras llenar el depósito.

También la terapia genética, o la creación literaria, o el diseño fijan su atención en ella. En este mundo que nos parece vacío de oportunidades, este nuevo equilibrio entre hombres y mujeres es una de las más trascendentes.  Está claro que muchas más mujeres están estableciendo relaciones comerciales con categorías que habían sido exclusivamente masculinas (como el automóvil o el bricolaje) y que necesitan ayuda de proveedores y de las empresas que les prestan servicios para hacerlo mejor.

¿Y qué pasa mientras con los hombres?  Si desde el punto de vista del marketing la mayor aportación que se ha hecho este decenio a la atención al macho en el S.XXI es inventar al metrosexual (heterosexual con aspiraciones gays) ¿qué les vendemos además de 3 tipos de champú, ropa interior y cosmética facial?

En mi opinión lo que queda como negocio (a parte de los relacionados con la salud) no sólo es ayudarles a comprar en categorías tradicionalmente femeninas, sino también a recuperar los vestigios de masculinidad que sean resistentes a un mundo en el que el rol femenino va a ser cada vez más central.  Por lo tanto existirá un mercado de productos que exagere los valores masculinos, como coches superpotentes y herramientas sobredimensionadas; espectáculos y deportes en los que se puede dar rienda suelta, de forma segura, a la agresividad reprimida por este nuevo entorno, locales temáticos donde se puedan atravesar experiencias “pico”; o gimnasios para desarrollar una musculatura que ha perdido su utilidad funcional y que tiene ya tan sólo un valor estético. Para quien le guste.

El embarazo del macho

Junto a las experiencias “hipermasculinas” que describe el artículo, el declive del macho produce situaciones como la que presenta malepregnancy.com.  Esta página es una de las más visitadas del “hoax hall of fame”, algo así como el “panteón de las tomaduras de pelo” on line.  En este sitio de la red, un supuesto Hospital RYT, Dwayne Medical Center, especializado en nanocirugía, fertilidad masculina y “todos los milagros de la medicina moderna” invita al navegante a seguir, en tiempo real, el embarazo de Mr. Lee, el primer hombre “encinto” de la historia.  En la misma página se presenta una portada de la revista TIME en la que el Mr. Lee fue nombrado “Hombre del año” de acuerdo al ritual anual de esa publicación.

 

Artículo de José Luis Nueno publicado en Dinero – La Vanguardia, el día 25 de Junio de 2006

Foto: Corbis

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