Cuando el socio te sube el alquiler

La semana pasada, Carrefour, el segundo detallista del mundo, un coloso con ventas de 72.000 millones de Euros y una capitalización de 37.000 fue noticia tras el anuncio de que un fondo de inversión norteamericano especializado en operaciones inmobiliarias, en cuadrilla con Bernard Arnault, Presidente de LVMH y el hombre más rico de Francia, había desembolsado 300 millones de € y se había hecho con 9.1% de su capital.

Estaba cantado que Carrefour iba a ser objetivo de una operación de este tipo.  De hecho, desde el desembarco de Walmart en Europa, hace diez años, los rumores de compra se repiten con cada hito en la vida del detallista francés.  Se escucharon cuando Promodés y Carrefour se fusionaron en el año 2000 y se intensificaron cuando el arquitecto de la fusión y accionista de referencia, Paul Louis Halley, murió en un accidente de aviación.

Durante los últimos años ha sido la morosidad de los resultados lo que ha alimentado a los agoreros.  Sin embargo las dudas sobre la competitividad del hipermercado como formato, la falta de atractividad de un sector de distribución con márgenes hacia el sur por la presión del formato de descuento y específicamente, la masividad de una opa sobre un grupo tan grande y complejo, descartaban la inmediatez de operaciones como la anunciada esta semana.

Otra vez, el móvil de es el ladrillo.  Más de la mitad de la valoración de 37 billones del gigante proviene de activos inmobiliarios, los locales en los que se asientan sus enseñas y muchos de los centros comerciales que les rodean.

Lo más sorprendente de la noticia son, sin embargo, los extraños compañeros de viaje que la protagonizan, y en particular, la presencia de Msr. Arnault, ya que la de Colony es evidente.  En Francia, este fondo entró en Accor, el holding hotelero, y se ha dedicado a reestructurar sus activos.  También en Buffalo Grill, una cadena temática de asadores muy exitosa en el país vecino.  Otra de las operaciones del fondo ha sido la compra del Paris Saint Germain.  Con futbolistas y estadios como únicos activos, la hinchada se puede ir preparando.

La fortuna de Msr Arnault se ha construido a través de LVMH, el mayor y más exitoso conglomerado de marcas de prestigio del mundo, un establo con iconos como Louis Vuitton, Moët Chandon, Dior, Loewe, Marc Jacobs o Tag Heuer, que ha redefinido el significado, la forma y la cifra de negocios del lujo.

¿Qué hace la séptima fortuna del mundo y primera de Francia comprándose una posición estratégica en un operador de supermercados?

La respuesta es compleja. En primer lugar en, los últimos meses el sector de distribución ha protagonizado las operaciones financieras más cuantiosas de la historia.  Tan sólo esta semana, y probablemente como consecuencia del anuncio de Colony y Arnault, KKR, otro fondo propiedad de un millonario ha comprado por 7000 millones de dólares Dollar General, un operador de “todo a 100” norteamericano; ha iniciado conversaciones con Boots, una cadena de 2750 farmacias que domina la distribución farmacéutica y cosmética en Reino Unido; y ha anunciado que prepara una oferta sobre J.Sainsbury, la cuarta cadena de supermercados de Gran Bretaña.  La compra de Dollar General es la mayor operación de este tipo que se ha llevado a cabo sobre un detallista en los EEUU.

Otro ejemplo más próximo es el de El Corte Inglés, que también ha sido noticia esta semana por un pleito entre socios centrado en el valor real del más reservado de los grandes distribuidores, motivado en parte por la valoración de los inmuebles.

La distribución no es atractiva hoy como generadora de ingresos por operaciones, sino porque muchos de los grandes jugadores mundiales han acumulado un patrimonio inmobiliario codiciado por los “strippers”, que es como se llama a los fondos especializados en convertir en arrendatarios a distribuidores que han sido hasta entonces latifundistas de la baldosa y la estantería, separando la gestión detallista de la inmobiliaria.

En segundo lugar, es difícil que los financieros mejoren los cash flows de un grupo como Carrefour. A lo largo de los 1980s y 1990s la distribución ha atravesado varias revoluciones tecnológicas, de magnitud equiparable a la invención de la máquina de vapor, la introducción del semiconductor, el desarrollo de la red de carreteras o la emergencia de los operadores logísticos.  En esos decenios, las grandes cadenas de distribución se informatizaron; se compraron entre sí, desarrollaron un surtido de marcas propias, diversificaron su oferta de formatos; y como parecía que esto era poco, se expandieron hacia otros países en los que implantar todo lo aprendido.  Muchos redujeron sus surtidos y descontaron sus precios, y trataron de mantener sus márgenes haciendo equilibrios.

Cualquier tendero de los que ocupan los 10 primeros puestos del ranking europeo gestiona su negocio, con esos mimbres, muchísimo mejor que los de las empresas de lujo.  Yo conozco bien a los españoles que ocupan 3 de los 5 puestos del directorio de Carrefour, su máximo órgano de dirección.  Son ejecutivos jóvenes, muy bien preparados, que han desarrollado su carrera en el grupo.  Pasan muchos días al mes visitando sus tiendas en todo el mundo.  Conocen a sus colaboradores y sobre todo, conocen su negocio.  Inquietos, pensando continuamente cómo refinar sus formatos y movilizar a sus empleados para que la caja suene.

Si Colony hace con esto lo que hace con todo, debe ser prudente.  Pasar un propietario a arrendatario es en general sano, pero no siempre.  Se ha de tener claro que hoy el alquiler de un local negociado antes de burbujas inmobiliarias es un activo comercial tan esencial como la propia localización o el profesionalismo del jefe de tienda.

Si se acaba arrancando el inmobiliario a las cadenas es, naturalmente, para aumentar los ingresos a través de mejoras de los arrendamientos.  Por tanto, se va a dar la paradoja de que los nuevos accionistas pueden ingresar más por arriendos, pero a coste de perjudicar los resultados de la explotación impactados por el aumento de su coste más abultado.  A la larga, por tanto, incentivando desprenderse de las cadenas.

En distribución, todo es mejorable, pero si toda la aportación de los compradores a Carrefour es un aumento de alquileres, esta compra es una ruina.

Otra justificación es más un efecto que una causa, pero es ya imparable.  Tanto si se limitan a racionalizar los activos como si van más allá, este anuncio dispara una nueva ola de fusiones y adquisiciones entre detallistas, pero esta vez con candidatos mucho más grandes que en las anteriores y ámbito transnacional.

Por poner dos ejemplos, Mercadona y Tesco han anunciado recientemente su ambición de adquirir presencia en mercados importantes en Europa, así como su preferencia por hacerlo a través de adquisiciones.  Si Carrefour se desprende de algún formato o país, no le faltarán pretendientes.  Walmart podría consolidar su posición mundial en mercados del mundo en los que rivaliza con Carrefour. China es uno de ellos.

Otra cuestión es lo que puede suceder si, como parece, la intervención de los nuevos accionistas en la gestión resulta ir más allá de la de sus activos inmobiliarios.

De entrada, Carrefour es un negocio excepcionalmente complejo, en renglones de actividad (alimentación, textil, hogar duro y blando, y servicios): en formatos (hipermercados, tiendas de descuento, de conveniencia y supermercados) y en geografías (con presencia en 32 países).  La idea de los bárbaros detrás del mostrador suena una temeridad.

Finalmente, Colony ha sido muy inteligente al aliarse con Arnault, y estos extraños compañeros de cama aportan una lección en esta nueva fase de fusiones y adquisiciones que, por su talla, tienen una componente emocional y política que no debe desdeñarse (en caso contrario, véase, por ejemplo, la opa de Gas Natural sobre Endesa).

Colony ha comprendido que si ya es difícil que un francés se compre la Tour Eiffel, que lo haga un americano es imposible,  como probablemente lo sería si el target de la adquisición es una de las empresas más cotidianas, admiradas y poderosas de Francia.  Tener un Msr. Arnault es para Colony, lo que tener un Msr. Entrechannaux es para Enel en la opa a Endesa. Probablemente nadie con menos prestigio que el emperador del lujo es suficiente para actuar de embajador de los yankies con el poder y con los consumidores ante esta adquisición.  Un embajador que junto con los hedge funds puede haber ganado entre un 10 y un 18% sobre esa inversión de 3000 millones de euros, como resultado de los movimientos de la acción desde que se lanzaron las órdenes decisivas de compra.

 

Artículo de José Luis Nueno publicado en Dinero – La Vanguardia, el día 18 de Marzo de 2007

Foto: Corbis

Descargar PDF: Cuando el socio te sube el alquiler

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

*