Este no es el fin del mundo

 El mundo tenía, en el 2008, un PIB nominal de 61 billones de dólares. Estados Unidos supone el 20% (14 billones de dólares) del total; Japón, la segunda economía mundial, 5 billones. La primera economía europea en el ranking del PIB es Alemania, con 4,3 billones. España, con un PIB de 1,6 billones de dólares, se sitúa en el puesto undécimo, por delante de Canadá, Australia, Holanda, Noruega o Dinamarca. Estos datos son del Banco Mundial, que no ha publicado aún los del 2009. La CIA sí ha publicado sus estimaciones para el 2009, en las que perdemos tres puestos.

El 2009 ha sido un año decisivo para el reequilibrio del ranking global. China, Brasil, India, Rusia y México se han introducido entre los 15 mayores, y de hecho, si la CIA acierta, tan sólo India permanecería justo debajo de España, emparedándonos con Rusia, justo encima. En el 2009, permanecer entre los 10 mayores ha exigido crecer (0,4 billones o 0,2 en el caso de Alemania y Francia). Aquellos que han visto su PIB disminuir (Reino Unido ha perdido la friolera de 0,4 billones, y España, 0,16) han perdido su puesto. El PIB de toda Latinoamérica es casi como el de China.

SECTORES A PRUEBA DE FUTURO
Por supuesto, necesitamos una inyección de realismo. Tenemos que aceptar que, aunque hemos vivido como un país rico, obviamente no lo éramos ni lo somos. Debemos poner en marcha un ajuste de gran calado y acometer una reforma laboral. Y no dejaremos de hacer reformas menores y sacrificios al menos por unos años.

Necesitamos también equilibrar ese realismo del sacrificio con otro que podríamos llamar realismo optimista, algo de lo que, sin lugar a dudas, nuestro país carece. Como para superar cualquier crisis grave, también necesitamos líderes, personas que tienen un proyecto, saben comunicarlo y generan confianza, y son optimistas.

Un modo de conciliarlos es evaluar la solidez de aquello en lo que podemos cimentar nuestros proyectos y anticipar su posible evolución.

Podemos sentirnos optimistas sobre el futuro de nuestro país en la medida en que tenga un papel relevante en los sectores del futuro. Entre los diez sectores del futuro, España cuenta con una posición relevante en más de la mitad. Concretamente, en el sanitario y atención a las personas; el alimentario; las telecomunicaciones; el financiero; el ocio y turismo; las infraestructuras; la energía y medio ambiente. En ellos han demostrado una buena posición en los rankings, superando retos de desempeño colosales y a veces con condiciones geográficas, clima o infraestructura únicas.

Nuestro sector alimentario factura 80.000 millones de euros, el equivalente a toda la eurozona con excepción de los países más poblados (Reino Unido, Francia, Alemania e Italia). Con 27.000 millones de euros, nuestro país es el mayor exportador de productos perecederos a Europa.

En telecomunicaciones, cuenta con media docena de operadores, entre los que el de mayor tamaño, Telefónica, es el primer operador de Europa, el tercero del mundo por capitalización y el primero en número de clientes.

En cuanto a ocio y turismo, España es el segundo destino turístico del mundo, el más diversificado en actividades, servicios y destinos. Al socaire de ese liderazgo compiten decenas de miles de pymes y algunos de los mayores y más internacionalizados grupos hoteleros del mundo, como Sol Meliá, Barceló, NH/ Hesperia, TUI o AC. Y tres de las diez primeras empresas de restauración del mundo son españolas.

España es el país europeo con más infraestructuras modernas. Dispone de la red de autopistas y autovías de trazado más reciente y extensión de Europa; dos de las tres mayores infraestructuras aeroportuarias de más reciente edificación son las de Madrid y Barcelona (y la tercera, Londres, está gestionada por una concesionaria española); cuatro de los mayores puertos de carga de Europa y una docena de menor tamaño operan en su litoral; una de las dos mayores estaciones de cruceros del Mediterráneo está en Barcelona, y contamos con una de las tres mayores redes de trenes de alta velocidad.

Como ha sucedido con las cadenas de hoteles, este estirón infraestructural de los dos últimos decenios ha dado lugar a grandes empresas constructoras y de obra civil – como ACS, Acciona, Ferrovial, OHL, Sacyr, FCC, Comsa Emte o Abertis-,que están entre las mayores, más flexibles y competitivas del mundo.

Iberdrola es la empresa líder europea en generación de energía eólica y la segunda en EE. UU. Gamesa es la tercera empresa en fabricación de equipos. Otros, como Gas Natural, lideran o son jugadores destacados aquí o en los mercados latinoamericanos.

Muchos subsectores industriales tienen líderes españoles con reputación a la que la de su país de origen de poco les sirve. Por ejemplo, las del textil/ moda han sabido transformar astutamente sus modelos de negocio y exportan tiendas además de prendas. El textil español es el más internacional del mundo, con líderes globales como Inditex o Mango. Empresas consolidadas como Adolfo Domínguez, Camper, Pronovias, Tous o Castañer, y otras más recientes, como Punt Roma, o Desigual, son exponentes de esta vitalidad. El mayor gran almacén de Europa y el segundo del mundo es español, El Corte Inglés.

Otro ejemplo: en Europa hay 168 fábricas de automóviles, 85 de ellas en los países industrializados del occidente europeo (Alemania, Francia, España, Suecia o Italia). Las 16 españolas están entre las más modernas y el coste de su cualificado personal es el más bajo de los países mencionados.

Nuestros bancos son modernos, sólidos e internacionales; además, lideran. Banco Santander es el sexto banco del mundo y primero en Latinoamérica; el BBVA le sigue de cerca, buscando ser un jugador en grandes mercados, como el norteamericano, el mexicano y el chino.

El sector sanitario español presta eficazmente asistencia universal y gratuita a 46 millones de pacientes cada vez más mayores o más enfermos. Ha demostrado su efectividad en la absorción de la ola de inmigración más intensa, poco planificada y con peor salud de la historia de los movimientos migratorios, y de forma gratuita para todos.

COMUNICACIÓN Y ACTITUD POSITIVA
Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué la solvencia y la calificación de nuestro país y su reputación general han sufrido una caída tan pronunciada?

Sin duda, la causa principal es consecuencia de una pésima realidad económica (alto déficit, deuda elevada, pero sobre todo un desempleo fuera de control), un trasfondo especulativo y una deplorable reacción fruto de la incompetencia en la conceptualización y comunicación de la realidad española, labor que es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de los que nos gobiernan. En un mercado global en el que las reputaciones de los países se pulverizan en semanas con las percepciones formadas leyendo titulares o, peor aún, escuchándolos en informes de quince segundos en radio o televisión, la tarea más estratégica y la mayor responsabilidad de los gobiernos es la gestión de la realidad que transmiten, al menos los más influyentes.

FALTA DE OFICIO
No valoramos lo positivo ni las graves consecuencias que conlleva ignorar la imagen que da un país al resto del mundo. Y fruto de ese desdén, nuestros gobernantes parecen carecer de oficio a la hora de comunicar, e incluso en identificar qué es lo que hay que comunicar. Aparentamos que en esta materia la norma de la improvisación resulta aceptable y transmitimos imprecisión, falta de rigor y una ignorancia injustificable sobre los problemas y las oportunidades, cuando no un espectáculo que sólo transmite inquietud y decepción. No saber explicar España más allá del discurso demagógico nos coloca a sus ciudadanos y a sus empresas en situaciones de vulnerabilidad temerarias.

Necesitamos también una inyección de optimismo, actitud que, sin lugar a dudas, estamos perdiendo. Para salir de esta situación hacen falta líderes. Los que nos gobiernan ya han cumplido su ciclo, están secos de ideas, sólo se les ocurren proyectos cortoplacistas y ni su actitud ni su historial desprenden un atisbo de confianza. Ya toca cambiar y que nos dejen mirar al futuro con ojos nuevos.

Sin optimismo, actitud positiva, fe en nuestras posibilidades y en nuestro país, sin voluntad de salir adelante y sin el pragmatismo y sentido de la realidad en aceptar que aunque hemos vivido bajo la ilusión de ser ricos no lo somos, nos va a costar muchos años más salir adelante. Esto no es el fin del mundo; no lo hagamos suceder.

 

Artículo de Luis Conde y José Luis Nueno, publicado en Dinero – La Vanguardia, el día 13 de Junio de 2010
Foto: Pedro Madueño

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