El consumidor prueba a qué sabe el futuro

 

Los consumidores españoles están mostrándo­se aún más críticos y reflexivos que en el 2009, según se desprende de un informe de GfK sobre Cam­bios de los hábitos de consumo en periodo de crisis. Las variacio­nes son sustanciales.

Mirando de cerca, los datos sobre el consumo se pueden re­sumir en que las ventas de los meses transcurridos del 2010 mejoran o al menos empatan las del 2009 pero no recuperan las cifras del primer semestre del2008.

Tratando de explicar este pa­trón, se han publicado datos so­bre confianza del consumidor, la evolución de su comporta­miento ante la crisis y la permanencia de esos hábitos adquiri­dos cuando finalice.

En cuanto a la confianza, su in­dicador vuelve a caer y el núme­ro de españoles que afirma que la situación económica ha em­peorado ha vuelto acrecer tras un efímero destello de optimis­mo, a principios de año.

Los dos temas que más nos preocupan son el paro y la situación de la economía. En cuanto al primero, cada día hay más ocupados que actúan como si ya estuvieran desempleados, al­go que no son ni han sido antes. Así, 80% de los españoles decla­ran que su primera preocupa­ción es el paro y casi la mitad (el doble que los desempleados ins­critos en Inem), haber modifica­do por esa razón su consumo.

La situación de la economía, preocupación para 51%, es la otra mayor determinante de su confianza. La credibilidad de nuestro sistema, y especialmente la de sus bancos y cajas, ha sufrido a lo largo de dos meses embestidas de una variedad en fuentes y vehemencia inaudi­tas, ante la reacción de boxea­dor sonado de reguladores y la clase política.

Aun en lo más duro del va­rapalo, y con su sentir sobre la economía por los suelos, los españoles, confiados en su des­confianza, han seguido in­gresando sus ahorros y sus indemnizaciones por despido en esos bancos y cajas.

YA SOMOS EUROPEOS: OCIO EN CASA

Los estudios coinciden en que hemos cortado nuestro gasto en ocio, que salimos menos y nos quedamos en casa. En el 2009, el gasto en hostelería cayó un 10,5% en valor. Hasta mayo del 2010, otro 5%, aunque habitual-mente somos más caseros hasta junio, y nos volvemos callejeros en la segunda mitad del año. Sin embargo, la TDT y el Mundial nos han encerrado en casa, ha­ciendo agosto en julio para empresas de servicio a domicilio.

Con casi 350.000 bares, cafete­rías, restaurantes o cafés, los es­pañoles disponemos de uno por cada 128 habitantes. El ocio fuera de casa está condenado por la ex­celente salud con que contaba. Al­gunas razones más allá de la pér­dida de renta discrecional son, por ejemplo, el que nuestras ca­sas están recién estrenadas y mejor equipadas que los bares, con pantallas planas, neveras, acondi­cionadores de aire, teléfonos, videojuegos, música, ordenadores y conexiones a la red. Todo nuevo, y muchas veces, por pagar.

Mientras, con 128 patronos por barra, los bares han caído en un ciclo de fealdad rancia, y servicio mínimo con el que el consumi­dor no conecta. Pero atrapado en­tre cadenas modernas y equipadas y lateros y botellones, el ocio se escapa del bar de la esquina.

En los años del desarrollo, el bar era el lugar entre casa y el tra­bajo en el que los españoles en­contraban todo lo que no tenían. Ahí descubrieron, en la segunda mitad del siglo los discos, el telé­fono, el millón, la TV o los produc­tos y las marcas nacionales y globales pioneras: las de bebidas y tabaco, junto con sus rituales de consumo. Eran un tercer lugar donde buscar espacio personal in­existente en casas pequeñas ocu­padas por familias grandes; y donde citarse, dejarse ver y ver a los parroquianos.

¿Cuántos videojuegos ha des­cubierto este año su hijo en el bar? ¿Qué tecnología, de las que en breve dispondrá usted en casa, la experimentó usted en ese lugar? ¿Cuándo fue la última vez que alguno de los servicios disponibles en un bar le sacó a usted de un apuro?

Existe otro enemigo del ocio en la calle: el tiempo que dedican los consumidores cada día a responder su correo electrónico, descargarse y consumir conteni­dos, localizar amigos del parvula­rio en Facebook , entrar en Privalia o editar fotos familiares.

¿Qué hacían cuando no hacían eso? Muchas actividades de ocio fuera de casa. ¿Cuánto tiempo más le va a exigir ese mundo en el que apenas está asomándose, dentro de cinco años? Bares, cines, gimnasios y muchas tien­das van a tener que darle una vuelta a su forma y su función.

CAMBIA TODO PARA QUEDARSE EN EL MISMO SITIO

Los españoles declaran que, después de ocio, donde más han cortado su gasto es en ropa. Su tarta ha encogido desde 19.000 a 16.000 millones de euros en tres años durante los que han cerrado miles de tiendas (entre el 2006 y el 2010 cerca de 18.000, casi un cuarto del censo inicial). Sin em­bargo, los supervivientes mantie­nen cuotas de mercado iguales a las que tenían.

Lo mismo en el alimentario, donde incluso los tenderos más agresivos se quedan igual, des­pués de renunciar a parte de sus márgenes y de invertir el resto en abrir más tiendas. Aun así, en dos años se ha pasado de 54.000 a 51.000 tiendas, y14% de las 35.000 (las de menos de 100 m2) son gestionadas hoy por inmi­grantes, que son quienes nos per­miten volver a comprar como lo hacían nuestros abuelos.

En casi todos los sectores, la pérdida de valor cae por encima de su volumen, poniendo de ma­nifiesto la cesión de descuentos al consumidor. Ha sido tan im­portante esta cesión que ha ocul­tado que los demás factores de­trás de su comportamiento se mantienen inmutables. Se consu­men los mismos kilos o volumen de alimentos y se va una vez me­nos al año a la tienda (de 113 a 112,¡menudo cambio!). En ropa, las prendas (unidades) se mantie­nen, y se acude a las tiendas con la misma asiduidad.

Más que para cambiarnos, la recesión está sirviendo para forzarnos aprobar consumos y actitudes que en el 2007 no consi­derábamos como la frugalidad o no salir. Pero la permanencia de estos cambios no dependerá de la salida de la crisis, sino del tiem­po que dure esta reclusión obli­gatoria en casa, lo bien que lo hagan los gestores de las solu­ciones tecnológicas, la evolución del ocio y los electrodomésticos y la desaparición de formatos y sustitución por otros en la ecología comercial.

Además de resultado de nuestra renta disponible, esto de hoy es como consumir muestras para probar el futuro.

 
 
Artículo de José Luis Nueno publicado en Dinero – La Vanguardia, el día 01 de Agosto de 2010
Foto:  Radius Images

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