¿Eres libre o te condicionan al vestir? Generación extrema

Siempre hemos defendido la libertad en la moda, incluso aplaudimos lo excéntrico. Pero, ¿no vestimos como se espera que lo hagamos, y más ante este panorama de crisis? Miles de tendencias, de blogs y de prendas se producen con urgencia... ¿La libertad era esto?

EI 16 de septiembre Philip Treaty reapareció en la semana de la moda de Londres. Rodeada de  su séquito habitual y de un imposible casco de flores, aparece también Lady Gaga con la cabeza enfundada en flores. Al poco rato abre el desfile del propio Treacy metida en una suerte de burka rosa, púdico, transparente, estrafalario… 100% Gaga.

¿Perteneces a mi grupo?

Sin duda, la cantante se ha convertido en un icono a costa de su extravagancia. Pero si viéramos a alguien con ese outfit por la calle pensaríamos que es una excéntrica absoluta. La música, la cultura y la moda ofrecen figuras hiperbólicas de la estética que asimila la sociedad <0 deberíamos decir que decide asimilar la sociedad Porque no todas las tendencias calan igual. El deseo de pertenencia a un determinado grupo social consigue que ciertas prendas se conviertan en fetiche. Tal es el caso de los botines de Isabel Marant, que se han convertido en un fenómeno para mujeres con determinadas aspiraciones profesionales, que también cuenta con su hermana bastarda en Zara, en una versión más rejuvenecida. Precisamente Coco Chanel decía que “la imitación es el mejor de los halagos”. En efecto, copiar o parecerse a es la clave a la hora de elegir. María Arcas, periodista y coordinadora del Master de Coolhunting en el IED lo explica así: “Nos queremos parecer a personas con carácter y con personalidad. De hecho, los nuevos iconos de masas son gente que tiene una estética muy marcada.” Elegimos conforme a lo que queremos ser y no a lo que somos.

Yo imito, tú imitas…

En los últimos años, por ejemplo, el street style ha pasado del undreground a ciertas profesiones liberales, pasarelas e internet mediante. La rebeldía, las prendas llamativas y lo políticamente incorrecto se ha incorporado a determinadas esferas de poder. Y con ello una legión de grupos aspiracionales eligen desmarcarse de la sobriedad, a imitación de los nuevos iconos. Una de las precursoras -si no la creadora de esta tendencia fue Kate Moss, que revolucionó la imagen del poder en la mujer. Porque llevar hoy en día una chaqueta militar customizada o el pelo de colores no es signo de marginación, sino de status, pero sólo en determinados círculos liberales, cada vez más exentos de etiqueta. La música, la fotografía, el entorno audiovisual o la propia moda exigen desmarcarse de lo establecido. Aquí se premia incluso la extravagancia. José Luis Nueno, catedrático de Marketing en el IESE y especializado en moda, defiende esta total y absoluta libertad actual para vestir. “Hace 170 años, cuando se empezó a diseñar ropa en serie, los uniformes de trabajo, la moda se hizo accesible, urgente y totalmente libre para los consumidores”.

Sí, la moda es libre, aunque…

María Arcas enfatiza: “la libertad en la moda tiene unas claves psicológicas con las que jugamos. Puedes parecer más mayor o más joven; más adinerada o rebelde… La oferta es inmensa, se pueden tener las últimas tendencias a precios razonables y cada uno las adapta a lo que quiere ser, no a lo que es”. ¿Una prenda digna de estudio? El short vaquero, que ha crecido como una plaga bíblica entre las más jóvenes, y ha pervertido el carácter contestatario y único que tuvo en un principio… La diversidad y accesibilidad a la moda hacen más fácil la elección, pero -y esto es una personalísima apreciación el habernos desprendido del rigor social de la etiqueta (del uniforme impuesto) ha devenido en un embrollo estilístico que no todos sabemos manejar. La falta de armonía, la disonancia estilística, el no saber dar un sentido a la ropa, arruina la libre elección de la que teóricamente disponemos. Mi conclusión, contraria a la de los expertos en el tema, es que no hay más libertad, sólo hay mayor cantidad. Pero estamos sujetos a fuertes condicionamientos, que llegarán a ser presiones sociales algún día, que son los enemigos mismos de la libertad.

Artículo de Diana Aller aparecido en la Revista Glamour, noviembre de 2012

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