La austeridad que trajo la crisis ha venido para quedarse

La economía de la mayor parte de los países depende de su consumo interno; España es uno de ellos, a diferencia de otros, como Alemania o Corea del Sur, que son potencias industriales y francamente exportadoras. La brecha de desigualdad que generó la crisis en España ha puesto a parte de la clase media en movilidad descendente; al ser ese segmento social clave en la generación de consumo interno, su pérdida de poder adquisitivo ha sido catastrófica para el conjunto de la economía.
Estas son las tesis de arranque de la última obra de José Luis Nueno, profesor de IESE Business School, experto en márketing y en consumo. «Hay grupos sociales ¿dice el profesor¿ que son vitales para un país; en el nuestro, la clase media, que son asalariados, funcionarios y pequeños emprendedores. Lo malo de esta recesión ha sido que la autoridad política y económica ha actuado como un equipo médico que debe aplicar una cirugía muy invasiva: la macroeconomía se recupera, pero el coste ha sido inmenso, porque además, España, como Portugal, ha sido de los pocos países que han aplicado a rajatabla las medidas dictadas».

La nueva clase media, o sea, la mayoritaria, hace diez años se hubiera clasificado como clase media baja. «Y no es una situación exclusiva de España, sino muestra de un cambio en la economía del mundo, que inyecta una masa enorme de individuos en esa nueva clase global ¿en torno a 1.500 millones de personas de los países emergentes¿ y hace descender a ese escalón inferior a otros 500 millones de personas de los países maduros». Según los datos que maneja el profesor, entre los años 2007 y 2012 un cuarto de los hogares españoles perdió hasta el 75 % de su riqueza, mientras que más de la mitad vieron desaparecer el 25 %. Son ya siete años de bregar contra la pérdida de poder adquisitivo, y eso cambia los hábitos. José Luis Nueno cree que las prácticas más austeras a las que se han visto forzadas las familias españolas han venido para quedarse, y pone como ejemplo algo que hasta ahora era definitorio de nuestro modo de vida: la comida de mediodía. Solo del 2007 al 2010, el número de trabajadores que se llevan la fiambrera al trabajo pasó del 15 % al 28 %. La primera vez que se hace puede resultar un poco traumático; mantener ese hábito una vez adquirido no traerá ningún problema de reconocimiento social. Por lo que puede suponerse que aunque mejore la economía y los salarios recuperen poder adquisitivo, el modelo de restaurantes de menú quizás ya no volverá nunca al tamaño que tenía antes de la crisis, como tampoco las partidas de gastos de representación de las empresas que incluían comidas en restaurantes de lujo, hoy prácticamente desterradas.
Estos cambios no sumen a José Luis Nueno en el pesimismo. «Observe a las 20 personas más ricas del mundo; verá que diecisiete de ellas sirven con sus productos a la clase media baja. Desde Inditex hasta Ikea, pasando por Wal-Mart, se han adelantado a esta tendencia». Para el profesor, España tiene grandes oportunidades, «porque hemos creado campeones mundiales en sectores que tienen demanda creciente en los países emergentes: energía, agua, infraestructuras, salud, alimentación». Es ahí donde las empresas españolas han de basar la recuperación.

 

Artículo de Juan Carlos Martínez publicado en La Voz de Galicia el 20 de abril de 2014

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