Cómo y por qué innovar en el sector alimentario

Con motivo de la celebración en Barcelona del salón internacional de la Alimentación y Bebidas Alimentaria 2004, el profesor de Marketing de IESE José Luis Nueno presentó “¿Sirve para algo innovar en el sector alimentario español?”, un exhaustivo estudio de la innovación en el sector alimentario español basado en datos de IRI (2004). El autor identifica cinco cambios sociales, que él denomina “revoluciones en el mercado”, y explica su impacto en la innovación alimentaria. El primer cambio lo constituye el incremento del número de hogares en España, fruto de la incorporación al mercado laboral y la formación de hogares por parte de la generación del boom demográfico. El segundo, relacionado con el anterior, es el acceso de la mujer al mercado de trabajo remunerado. Los datos que maneja el autor revelan que los hogares más jóvenes están más abiertos a la innovación ya que, debido a la falta de tiempo, la cultura alimentaria es menor y las necesidades han cambiado. Por otro lado, el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la sociedad española están creando un mercado para productos saludables que unos, los más jóvenes, consumen por convicción, y otros, los mayores, por prescripción.

En cuarto lugar, los hogares con rentas más bajas tienden a gastar más en productos básicos, y los de rentas más altas modifican menos el consumo de esos productos. Por ello, en el caso del gasto alimentario en España, el consumo no crece por el hecho de que las familias aumenten su gasto, sino porque cada vez existen más hogares y, por tanto, más consumidores.

En quinto y último lugar, la distribución, “el guardabarreras de la innovación” en palabras de J.L. Nueno, ha optado por un modelo de competencia en precios, que responde a la resistencia del consumidor a pagar por los artículos de consumo y a la cuota de mercado de los canales de descuento. En este sentido, según el autor, el sector alimentario se ha convertido en el mejor exponente de la “Edad de lo Barato”, es decir, la existencia de más alternativas a precios bajos en un tipo de gasto menos interesante.

Todos estos cambios harían pensar que nos encontramos en el mejor momento para lanzar innovaciones, pero la realidad es bien otra. Para entender por qué, J.L. Nueno analiza la situación de la innovación alimentaria en Europa y el caso español. Sus conclusiones apuntan a que, en España, casi todos los lanzamientos vienen acompañados de promociones, y las innovaciones más exitosas mantienen también niveles promocionales más altos. Así, la rentabilidad de la innovación está lastrada por esta lógica de lanzamiento con promoción en forma de descuento elevado en el precio.

En cuanto a la aceptación de las innovaciones alimenticias, en España es más difícil conseguirla: sólo el 13% de las innovaciones se venden mejor que los productos ya establecidos. Mientras que los mejores productos gozan de un buen patrón de ventas desde su lanzamiento, los que no funcionan se muestran débiles desde el principio.

En vista de los datos sobre lanzamientos de 2002 a 2004, J.L. Nueno concluye que la innovación durante este periodo no ha tenido los buenos resultados que se le atribuyen. La innovación en el mundo de la alimentación trata de encontrar su significado en la demanda, cuando la causa se encuentra inicialmente en la oferta. En líneas generales, el sector alimentario ha perseguido con éxito la masificación e industrialización de los alimentos a través de la apropiación (industrialización de los productos naturales a través de tecnologías) y la sustitución (conservas, congelados, refrigerados y alimentos funcionales). En el caso español, aún predomina la apropiación sobre la sustitución.

Otro de los rasgos clave del sector detectados por J.L. Nueno es que la innovación alimentaria rara vez es radical y siempre está protagonizada por marcas establecidas, debido al conservadurismo del consumidor en materia de alimentación.

Una tercera característica fundamental del sector en España es el papel central de la distribución. J.L. Nueno observa que para innovar con éxito en la actualidad es preciso ser un fabricante conocido, nacional o internacional, y estar dispuesto a invertir para conseguir, al menos, un 40% de distribución ponderada en los primeros tres meses después del lanzamiento. Asimismo, es ineludible la inversión en promociones durante el lanzamiento y en publicidad. Eso sí, la innovación debe partir de un concepto alineado con la lógica contemporánea sobre nutrición humana o CHNT (tendencia alimenticia imperante), lo que exige una coincidencia previa entre fabricantes, distribuidores y consumidores.

En opinión del autor, la innovación alimentaria en España padece los siguientes males:
- un CHNT conservador
- una distribución que ha optado de forma unánime por el descuento
- baja, lenta y asincrónica referenciación y distribución ponderada
- poco compromiso de los fabricantes con sus innovaciones
- bajo perfil de los lanzamientos
- escasa reeducación del consumidor
- falta de coherencia en la posición de ciencia, administración e industria

Ante esta situación, J.L. Nueno propone una mayor coordinación para hacer crecer el mercado y más competencia para repartírselo. Si no cambia el modelo de innovación actual, el autor advierte que los distribuidores verán cómo se debilitan sus márgenes por competir con productos por los que el consumidor no quiere pagar más; los fabricantes quedarán atrapados en un círculo vicioso de banalización y perderán cuota por transferencia hacia marcas privadas, y los consumidores automatizarán su comportamiento hacia las grandes marcas establecidas alternando con productos clónicos a bajo precio.

 

Artículo de José Luis Nueno publicado en AECOC y Estudios y Ediciones IESE, el día 02 de Junio de 2004
 
Artículo en  AECOC y Estudios y Ediciones IESE

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